La psoriasis es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel que afecta a alrededor del 2% de la población. No es hereditaria, pero existe una predisposición genética que, junto a factores ambientales como el estrés, infecciones o una dieta inadecuada, puede contribuir a que la enfermedad se manifieste.
Una alimentación correcta tendrá un efecto importante en el desarrollo y la evolución de la enfermedad, debiendo formar parte del tratamiento.
Se ha demostrado que las dietas hipocalóricas mejoran los síntomas y pueden ayudar en la prevención y el tratamiento de formas moderadas de psoriasis.
Para una correcta pauta de tratamiento la alimentación debería tender a ser más vegetal, aunque con abundantes fuentes de ácidos grasos omega 3.
El consumo de tres piezas de fruta al día y dos piezas de verduras garantizaría una ingesta adecuada de sustancias antioxidantes protectoras.
Además, las vitaminas como la A, presente en frutas como los melocotones, las nectarinas o las ciruelas, o la vitamina C, presente en las frutas de hueso y en las uvas de mesa, pueden contribuir a mejorar los síntomas porque son esenciales para la síntesis de colágeno y el mantenimiento y reparación de las células de la piel.
Las frutas de hueso y las uvas también son una fuente de selenio, un oligoelemento esencial que ayuda a crear antioxidantes que previenen el daño celular.